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Si me hubieran dicho hace ocho años que iba a estar deseosa por entrar en este apasionado mundo, quizás hubiera demandado el encierro en un psiquiátrico de aquella persona que sin más se plantó a decir todas las barbaridades posibles con respecto a mi futuro, hoy mi presente. Porque yo solo quería aprender a curar un hermoso enfermo, porque sentía que la restauración era la profesión más bonita del mundo, pero quizás, no somos conscientes de los giros inesperados que nos tiene preparado el destino y sin comerlo ni beberlo, y ni siquiera esperar la enorme sorpresa de encontrar a quienes me pusieron en la senda pictórica, me encuentro, envuelta entre pinceles, óleos y lienzos, y teniendo un deseo imperioso de introducirme en las mismísimas entrañas de la creación artística, de su concepción y teoría, que ahora sí, y a día de hoy, encuentro que es la profesión más hermosa del mundo.

Isabaeleta

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